“Para revolucionar el mundo hay que romper con el pensamiento establecido”. Entrevista
Raul Zelik · · · · ·
El autor alemán Raul Zelik ha escrito la novela Der bewaffnete Freund [El amigo armado, 2007, no hay trad. esp.]superando el “sentimiento de impotencia” sobre la situación del conflicto del País Vasco y desde la contradicción que siente respecto de la lucha armada. Alex llega al País Vasco con una beca. Tiene que hacer un estudio sobre Europa. Conoce desde antes el país y a sus gentes. ¿Pero entiende los sentimientos y decisiones de algunos vascos? Desde esta pregunta arranca Der bewaffnete Freund, publicado en euskera por Txalaparta (2009). La entrevista la realizó Jon Benito.
Como decías en la revista Ladinamo, la lucha armada no ha tenido reflejo en la literatura.
Hablemos del caso vasco. Por un lado están los mecanismos de lo que podríamos llamar censura difusa. En el Estado español siempre está la espada de Damocles del acoso judicial. Se exige condenar la violencia ─una única violencia─, y a quien no lo acepte se le complican las cosas. En un clima así es difícil debatir, también en un ámbito que importa tan poco al estado como es la literatura. Puedes escribir libros contra ese acoso, pero la presión externa condiciona los modos de hablar, escribir y pensar.
Por otro lado, empero, hay un vacío de escritores digamos “comprometidos”. Recientemente conversé sobre este tema con mi amigo escritor y traductor austríaco Erich Hackl. Hablábamos del libro de Joseba Sarrionandia Lagun izoztua [El hombre congelado, 2001,novela ganadora de la modalidad de narrativa vasca del Premio Nacional de la Crítica española de 2002; no hay trad. esp. (n. del t.)] y me preguntaba cómo era posible que un libro que tiene como protagonistas a militantes de la lucha armada apenas contuviera referencias al conflicto, que no aludiera a las víctimas ni a las reflexiones de los principales actores del conflicto. Hackl decía que un autor político no puede huir tan fácilmente de las dimensiones políticas.
Tú conoces la obra de Sarrionandia, tradujiste al alemán Lagun izoztua. ¿Qué opinas?
Yo salí en defensa de Sarrionandia en el debate, pero el argumento de Hackl no me dejaba dormir. El conflicto vasco está muy presente en los medios de comunicación, pero, no obstante, o por eso mismo, no lo sé, las acciones armadas o el debate en torno a ellas a menudo queda fuera de los libros. La lucha armada es como un agujero negro: un agujero gravitatorio oscuro que nadie quiere tocar y que queda lejos de la reflexión y el debate. ¿Por qué? No lo sé. Acaso Hackl y yo estemos equivocados y conozcamos insuficientemente la literatura vasca.(1) Pero, si existiera este vacío, debería cubrirse con trabajos libres de condenas o apoyos baratos.
Creo que en el País Vasco también existía este debate hasta hace algunos años. Desde la distancia que puedas tener tú, ¿cómo te acercas a este conflicto para escribir Der bewaffnete Freund? ¿Qué problemas puede tener un escritor para acercarse a un conflicto sociopolítico que tiene expresiones de violencia cuando las heridas de ese conflicto aún están abiertas?
Para el extranjero es más fácil acercarse a un tema que parece un campo minado; yo no tengo necesidad de proteger nada. Mi aproximación es muy unilateral. Tengo amigos presos y sé que han entregado sus conocimientos y sus vidas sin intención lucrativa alguna. Conozco sus razones, sé que se han movilizado contra la injusticia, a favor de otra sociedad, más igualitaria, democrática y socialista, etc. Y, con todo, tengo también argumentos en contra y objeciones. Yo tengo claro que los atentados contra Yoyes(2) o Eduardo Madina,(3) lo mismo que los sufridos por muchas otras gentes, no tienen relación con la liberación de la sociedad vasca. Y ahí entramos en un terreno en que es difícil encontrar palabras precisas. Quiero expresar mi respeto y solidaridad a quienes han luchado y luchan por la transformación social. Ellos también son víctimas de este conflicto. Pero me cuesta considerarlos héroes y defender todo lo que hacen. Matar a un concejal no es una acción revolucionaria. Y no lo digo con intención de juzgar a nadie. Sé bien que la posición moral de quienes estamos fuera de esta lucha no tiene el mismo peso, porque a menudo nuestras posiciones van ligadas al beneficio personal o a carreras exitosas, mientras que los criticados están en la cárcel. Con todo, creo que hay que recuperar los criterios: los atentados contra personas son tan terribles como la tortura.
¿Y cómo has llevado eso al libro?
Escribo del conflicto vasco desde esa contradicción, superando el sentimiento de impotencia que tenía de la situación. Pensando y repensando llegué a formular lo que puede ser la situación de Alex [el protagonista alemán del libro]: tiene una relación de solidaridad con Zubieta basada en el desacuerdo.
Es un tema crudo y real el que tocas. ¿Crees que existen límites morales al ficcionar historias que tienen trasfondo real?
¿Tú crees que hay límites morales para la ficción?
No lo sé. Lo que más me ha gustado de Der bewaffnete Freund es ver que Alex, el amigo de origen alemán, está intentando continuamente entenderlo todo: quiere entender la opción de Zubieta de unirse a la lucha, quiere entender una sociedad, con la sociedad, una cultura y con la cultura, un problema. Y, comprendiendo la posición de los demás, comprender la suya.
La duda es la herramienta más importante desde la Ilustración: la contradicción y la razón contraria. Se ha dicho que así no se puede hacer política. No lo creo. Si lo simplificamos todo, si lo reducimos todo a bien y mal, nos sentiremos seguros por un momento, pero, después, todo se desplomará. Eso les pasó a los movimientos de solidaridad, además de a los defensores del socialismo real.
Para Alex, cada vez queda más claro que las posiciones políticas son, al cabo, posiciones personales. La solidaridad no es más que empatía, cariño hacia los demás, y viceversa.
¿Y no crees que, como respecto del conflicto vasco, hay actualmente desinterés o gran indiferencia de la gente ante los conflictos sociopolíticos?
Creo que éste es uno de los principales ejes del libro. Pueden verse los problemas que tiene Alex para relacionarse con la gente. No logra superar la distancia respecto de los demás y eso se ve del mejor modo en la relación que tiene con su hija. Con Zubieta, de repente, la situación cambia. Al enfermar su amigo lo verá tan vulnerable como a un niño. La empatía que siente por la persona de Zubieta es la llave para abrir el candado que encierra a Alex. Curando a un enfermo consigue aceptar sus sentimientos.
Como la duda, el miedo es también un factor importante en la novela.
Sí, y ese miedo es real. En muchos momentos he sentido más miedo en el Estado español que en Colombia. El acoso estatal en Sudamérica es sangriento, pero, cuando te ponen en manos de los aparatos de la policía española, estás más desprotegido. Si te detienen en Colombia, cuando denuncias malos tratos te creen. Cuando ocurre lo mismo en las casernas españolas, incluso los sectores “más críticos” de Europa tienen sus dudas. El miedo está muy ligado a la impotencia y, en el conflicto vasco, esa impotencia es muy grande. Muy grande.
Al principio de la novela, un personaje dice que lo político no es lo que se cuenta sino el cómo.
No sé si en el libro he desarrollado la idea como debía. Pero querría decir que la radicalidad no reside en las consignas o en los ambientes, sino en la forma. Gioconda Belli, tan conocida entre la izquierda en la década de los ochenta, ha hecho siempre literatura kitsch, estructuralmente conservadora. Si queremos algo diferente, tenemos que buscar un lenguaje alejado de los clichés y de las telenovelas. Para revolucionar el mundo hay que romper con el pensamiento establecido. No creo que mi literatura lo consiga, pero debo intentarlo.
No sé qué recepción tuvo esta novela en Alemania. Pero ¿crees que en Alemania y en el País Vasco se leerá del mismo modo?
A decir verdad, lo único que se sabe en Alemania del conflicto vasco es lo que llega por medio de la propaganda española. El libro intenta difundir otra visión de la situación de aquí, y las conservadoras Frankfurter Allgemeine Zeitung y Neue Zürcher Zeitung han valorado bien ese esfuerzo. Creo, empero, que para el lector del País Vasco varias cosas pueden ser demasiado ilustrativas. Como conoce el conflicto, diversos pensamientos le parecerán demasiado románticos. Pero es difícil escribir al gusto de todos mientras algunos están hablando sin parar de algo sobre lo que los demás no saben nada.
Notas del t.
(1) Este mismo año se ha publicado una antología de relatos de 18 escritores y escritoras en lengua vasca con el conflicto armado como trasfondo, editada por Mikel Soto: Haginetako mina (Tafalla: Txalaparta [Dolor de muelas]). De ellos solamente el de Eider Rodríguez está traducido al español (en Y poco después ahora,San Sebastián: Ttarttalo, 2007, trad. de la propia autora, versión original: Eta handik gutxira gaur, 2004). El tratamiento del conflicto armado en la literatura vasca ha sido recientemente explorado en Ibon Egaña y Edu Zelaieta (coord.): Maldetan sagarrak. Euskal gatazka euskal literaturan (Bilbao: Udako Euskal Unibertsitatea, 2006 [Manzanas en las cuestas. El conflicto vasco en la literatura vasca], no hay trad. esp.). Este volumen, además de trabajos académicos sobre autores y géneros literarios concretos, contiene reflexiones de algunas figuras importantes de la narrativa vasca actual, entre las cuales las de la escritora norvasca Itxaro Borda se sitúan plenamente en el terreno apuntado por Zelik. En el caso de Sarrionandia, puede encontrarse una reflexión sobre la violencia política en Joseba Sarrionandia: “Contra la idea de necesidad”, Euskadi Información, 24 de octubre de 1998. En un sentido opuesto, del mismo autor: Ni ez naiz hemengoa (Pamplona: Pamiela, 2006, 3ª ed., p. 183 [1ª ed. de 1985], trad. esp. de Bego Montorio: No soy de aquí, Fuenterrabía: Hiru, 1991). Acaso no sea ocioso recordar que el actual presidente del gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca, Patxi López,en su discurso de investidura como tal pronunciado en el parlamento autonómico el 5 de mayo de 2009, para denunciar la supuesta actitud de la población vasca ante la actividad de ETA osó recurrir a una metáfora (“silencio de piedra”), convenientemente abstraída de su contexto estético-político, contenida en el poema Tiro hotsak, del propio Sarrionandia: Tiro hotsak, eta harrizko isiltasuna. / Ezertaz ohartu gabe doaz hodeiak. / Polizia espainol bat erori da espaloian. / Zer tinta moeta da saihetseko gorri hori? / Leihotik andere zahar batek / Pensatu du: ez diat hire arnasagatik negar egingo / Harik eta gure semea etxera itzuli arte. / Gorputza espaloian odolustuko da, isilean, / Hodei berri gehiagoren azpian. / Gero, kalean kaskilo bat geratuko da, / Seme galduaren gela baino hutsago (Ruido de tiros y un silencio de piedra. / Las nubes se van sin percatarse de nada. / Un policía español ha caído en la acera. / ¿Qué tipo de tinta es ese rojo de la costilla? / Una anciana mira desde su ventana / Piensa: no lloraré por tu aliento / hasta que mi hijo vuelva a casa. / El cuerpo se desangrará en la acera, en silencio, / bajo más y nuevas nubes. / Después, quedará en la calle un casquillo, / más vacío que la habitación del hijo perdido. Joseba Sarrionandia: Marinel zaharrak, San Sebastián: Elkar, 1988, p. 36, no hay trad. esp.)
(2) Alias de María Dolores González Katarain, ex dirigente de ETAm muerta a tiros por la organización el 10 de septiembre de 1986 en Ordizia (Guipúzcoa). Refugiada en el País Vasco septentrional desde diciembre de 1973, en 1979 se había separado de la organización por divergencias políticas e instalado en México en enero de 1980 y en París, en junio de 1985. Después de conversaciones con el Ministerio del Interior español, obtuvo la autorización para volver al País Vasco meridional, acogiéndose a la Ley de amnistía, de diciembre de 1977, sin necesidad de solicitar indulto ni realizar declaración alguna de arrepentimiento o de “condena” de la lucha armada. Sin embargo, esta última fue la versión recogida por la prensa española con profusión de recursos gráficos y tipográficos pocos días después de su regreso y la que repetirían los dirigentes del PSOE y el PNV en sus declaraciones de condena del atentado, lo mismo que la propia ETA en el comunicado reivindicativo de éste, en que acusaría a González Katarain de “colaboradora de los planes represivos del Gobierno español” y “traidora al proceso de liberación nacional”. Véase Elixabete y Juli Garmendia, Glori y Ana González Katarain y Juanjo Dorronsoro: Yoyes desde su ventana, Pamplona: autoedición, 1987.
(3) Secretario de Política Institucional de las Juventudes Socialistas de Euskadi y miembro de la Comisión Nacional del PSE-EE cuando, el 19 de febrero de 2002, perdió una pierna al estallarle una bomba lapa adosada a su coche colocada por ETA.
Raul Zelik es escritor. De su amplia producción ensayística y literaria puede leerse en español el libro de crónicas Venezuela más allá de Chávez (2004) y las novelas La Negra(2000) y Situaciones berlinesas (2009, esta última en traducción de M. Florencia Martín, ed. original de 2005). Sus últimas obras son Die kolumbianischen Paramilitärs. 'Regieren ohne Staat?' oder terroristische Formen der Inneren Sicherheit (2009, Los paramilitares colombianos. ¿“Gobernar sin Estado”? o la expresión terrorista de la seguridad nacional) y el libro de conversaciones con Elmar Altvater, miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, Die Vermessung der Utopie. Über Mythen des Kapitalismus und die kommende Gesellschaft (2009, Cartografía de la utopía. Sobre los mitos del capitalismo y la sociedad venidera).
Traducción para www.sinpermiso.info: Daniel Escribano
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3110
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